Me remonto al pasado,
inmerso en el profundo agujero del tiempo;
insípidas promesas que se alejan
en espacios ausentes de palabras.
Entre quejidos asomo por la brisa,
para elevar mi voz hacia los ecos;
evitando mezclarme con el polvo
de inútiles sueños olvidados.
Con lágrimas lavo mis pupilas
para luego refugiarlas en mis escritos;
secando su humedad,
con paños tejidos por los ángeles
que un día escaparon de este mundo,
donde el día y la noche se doblegan
ante la inmutante vida.
Voy fijando mis raíces a la tierra
de un camino ausente de deseos,
cosechando el vino del fracaso,
en embriaguez absurda y sin medida.
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